Cómo afrontar cambios vitales

Las crisis pueden ponernos la vida patas arriba, pero también son una oportunidad para realizar cambios vitales que temíamos hacer

 

crisis vitales

Sobrevivir a las crisis vitales es posible.

 

Cambios vitales suena mejor que crisis vital, ¿no? Y, sin embargo, viene a ser lo mismo. Las crisis no tienen por qué ser malas, aunque en la última década hemos vivido unas cuantas a nivel global que nos han dejado a la intemperie emocional. La última, sin ir más lejos, esta que estamos viviendo con el coronavirus. Las connotaciones negativas son difcíles de extirpar de este concepto de crisis, sin embargo, creemos que los procesos de cambios vitales pueden comportar muchos aprendizajes, y eso, siempre es positivo. 

En la vida pueden presentarse distintos momentos de cambios. Están los más físicos, relacionados con nuestro crecimiento y cambios corporales, y después los emocionales, relacionados con la madurez y las distintas etapas de la vida. Los más conflictivos son los que se presentan sin que nadie los estuviera esperando. Esas sacudidas vitales que nadie vio venir no son más que oportunidades de transformación y aprendizaje. 

Es cierto que hay miles de dramáticas situaciones en las que la angustia está más que justificada. Pérdida de trabajo, de la vivienda, de un ser querido… Pero aprender a gestionar esas emociones es vital para salir lo más sano mental y físicamente posible. Porque el estrés, recordemos, es uno de los principales desencadenantes de muchas enfermedades relacionadas con el sistema inmune. 

 

La evolución nos ha hecho así

Con todo, en Empatizo pensamos que se puede desdramatizar un poco, aliviar esa presión y ese desasosiego. El mejor modo de hacerlo es a través de la comprensión. En primer lugar, tenemos que entender el origen del estrés que generan los cambios y las crisis: la incertidumbre. Las dudas sobre qué nos deparará el futuro son las principales detonantes de la ansiedad. 

Pero tiene una explicación científica. El sistema límbico de nuestro cerebro se conecta estrechamente con el instinto de supervivencia. Así, cuando nos cambian el escenario en el que estamos acostumbradas a operar, nuestro suelo se tambalea. 

Vivimos en una sociedad de la competitividad, llevamos siglos, milenios, compitiendo por la vida, por el alimento, por todo. De ahí que tengamos la necesidad de sentir que tenemos todo bajo control y que podemos dominar la situación en cualquier momento. Es nuestra zona de confort. Y a veces, aunque no sea buena, aunque no nos esté permitiendo avanzar en la vida, preferimos quedarnos en esa zona que salir a buscar nuevas alternativas, precisamente porque nos dan miedo los cambios. 

Claves para la gestión de los cambios

Cuando los cambios son sobrevenidos, son ellos los que te sacan de tu zona de confort. Es momento de pararse a pensar, buscar anclajes que te permitan agarrarte a algo cuando todo parece sumergido en un vendaval. Siempre hay una toma de tierra, un cable, una mano amiga que nos sostiene para que no salgamos despedidos por el ímpetu del viento. A veces, son simples hábitos los que nos mantienen a flote mientras resolvemos la crisis. Hay a quien le da por pintar o tejer bufandas, otros se dedican a los paseos o a los cuidados a terceros. Mecanismos hay muchos.

Para capear el temporal, Empatizo te ofrece cuatro sencillos consejos

  • Afronta lo que te está pasando: la negación nos impide movernos. La aceptación nos pone las pilas para adaptarnos a esa nueva situación. 
  • Es temporal: los cambios son procesos con un principio y un fin. La creencia de que todo pasa puede ser de gran ayuda para muchos. Eso sí, no va a pasar sola, hay que poner de nuestra parte. 
  • Soltar el pasado: lamentarnos por cómo vivíamos antes o cómo era nuestra situación anterior no nos va a ayudar. Hay que dejar ir. Centrarse en el presente, en lo que tenemos entre manos, y pensar hacia dónde queremos ir. 
  • Pedir ayuda: nadie dijo que todo esto fuera fácil. Los cambios vitales son procesos que nos sacuden por dentro y no siempre tenemos las herramientas necesarias para sobrellevarlos. El acompañamiento es muy importante, así como el coaching o la terapia psicológica. Las profesionales te darán las pautas adecuadas para poner en perspectiva todo lo que te está ocurriendo y te llevarán a un lugar de calma y sosiego donde lo verás todo más claro. 

 

Lo importante es saber que no tienes por qué pasar por este trance tú sola. Siempre va a haber alguien que esté dispuesto a estar a tu lado. Ten paciencia, en primer lugar contigo misma. Las crisis vitales, los cambios, piden tiempo y esfuerzo. 

 

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